El arte de la poesia

La poesia

El hombre se comunica mediante la articulación de los sonidos, y fundamentalmente, por la memoria del oído; la naturaleza, por la impresión de los límites y superficies en el ojo, y mediante el ojo, da significado y adecuación y, así, las condiciones de memoria, o la capacidad de ser recordados, a los sonidos, olores, etc. Ahora bien, el arte, usado colectivamente para la pintura, la escultura, la arquitectura y la música, es el mediador entre la naturaleza y el hombre, y el conciliador de ellas. Es, por lo tanto, el poder capaz de humanizar la naturaleza, de infundir los pensamientos y las pasiones del hombre en todo lo que es objeto de su contemplación; el color, la forma, el movimiento y el sonido son los elementos que combina y convierte en unidad en el molde de una idea moral.

El arte primario es el arte de escribir; primario, si consideramos abstractamente la finalidad de los diferentes modos de llevarla a cabo, de esos pasos de progresión cuyos ejemplos pueden verse todavía en los grados más bajos de la civilización; luego sartas o wampum; después, pictografías; más tarde, jeroglíficos, y, finalmente, letras alfabéticas. Todos ellos contribuyen con una traslación del hombre a la naturaleza, con una sustitución de lo visible por lo audible.La llamada música de las tribus salvajes no es en realidad arte ni desde el punto de vista del entendimiento, ni desde el punto de vista del oído. Su estado más bajo es mera expresión de pasiones mediante aquellos sonidos que la pasión misma exige.


En conclusion  más alto no pasa de ser una reproducción voluntaria de esos sonidos sin aquellas causas que los motivaron, con el fin de proporcionar el placer del contraste; tal, por ejemplo, los variados clamores del combate en el canto de la seguridad y el triunfo. La poesía también es puramente humana, pues todos sus materiales provienen del pensamiento, y todos sus resultados son para el pensamiento. Pero es la apoteosis del primer estado, en el cual, por la excitación del poder de asociación, el sentimiento mismo imita el orden, y el orden resultante produce un sentimiento placentero, y eleva así el espíritu, haciendo de sus sensaciones el objeto de su reflexión. Del mismo modo, al recordar las visiones y sonidos que habían acompañado a las ocasiones en que surgieron las pasiones originales, la poesía, por medio de las pasiones, los impregna de un interés que no es propiamente suyo, y sin embargo, atempera la pasión con el poder apaciguador que todas las imágenes precisas ejercen sobre el alma humana.

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